Hay líneas de reflexión que desembocan finalmente en ciertas conclusiones. Provisionales y abiertas al debate, pero conclusiones que quieren fundamentarse en argumentos que vienen de la experiencia propia y compartida. No estamos solos en la crítica que formulamos al aprendizaje por competencias que se quiere imponer. Realismo significa que el trabajo de aula es un argumento más poderoso que las leyes educativas y prescripciones pedagógicas cambiantes que, desde hace varias décadas, venimos padeciendo. Un realismo que quiere ser abierto, plural y flexible con la complejidad educativa que cada mañana tenemos delante de nosotros. Un realismo que quiere dar el protagonismo a los grandes olvidados en los sucesivos cambios legislativos: los docentes. Aceptamos sucesivamente todo aquello que se nos impone legislativamente, sin que el partidismo político tenga en cuenta nuestra experiencia y opinión.
Lo sintetizaremos en dos argumentos: claridad frente a la ambigüedad y vaguedad de cierto lenguaje pedagógico. Hay otra pedagogía que siempre nos acompaña, no queremos confundirnos con una antipedagogía fácil y populista. No: la formación en el equilibrio metodológico (estrategias conductistas, cognitivistas, constructivistas y horizontales) debería ser una obligación formativa en cualquier docente de nuestro sistema educativo. Lo repetimos: las leyes educativas no dan clase, somos nosotros. A los gobiernos de cualquier ideología, les pedimos que no nos digan cómo debe ser nuestro trabajo de aula (aprendizaje por competencias): los profesionales somos nosotros. Menos prescripción y más formación realista.
A propósito del aprendizaje por competencias, un detalle que me hacía sonreír, proviene del maestro J.Gimeno Sacristán, uno de los grandes de la pedagogía española: ¿qué Ausubel, qué Piaget está detrás del nuevo descubrimiento del aprendizaje por competencias? Se lo adelantamos, ninguno. Desconfiemos de las obligaciones metodológicas que nos imponen desde novedades legislativas continuas: vienen de arriba, sin reflexión y experiencia de aula. Como identidad profesional, hemos de volver a reivindicar una profesión que, muchos que no han estado o llevan muchos años sin estar en un aula, ignoran o no aprecian en su verdadera dificultad. O empezamos a valorarnos, o seguiremos siendo una profesión donde nadie nos escucha. Un ejemplo es el que ahora debatimos.
Primer argumento: lograr un aprendizaje competencial no implica aplicar el aprendizaje por competencias. Gran parte de la tradición pedagógica está de acuerdo en esta afirmación: un aprendizaje se dice válido y eficaz cuando se demuestra en diferentes situaciones y contextos. Por lo tanto el aprendizaje competencial está implícito en las diferentes estrategias metodológicas que cualquier docente debería dominar. Decir lo anterior implica lo siguiente: el aprendizaje por competencias no es el único tipo de estrategia que debemos o podemos llevar a nuestro trabajo de aula. Dicho de otro modo: hay una síntesis de estrategias conductistas, cognitivistas, constructivistas y horizontales (TIC), consecuencia de la tradición y práctica pedagógica que logran un aprendizaje competencial desde su aplicación adecuada. Importante: el aprendizaje competencial ya se obtenía, antes que este nuevo lenguaje del aprendizaje por competencias se formulase. Desde INED21 afirmamos esta libertad pedagógica: nuestros alumnos deben demostrar un aprendizaje competencial, pero que ninguna ley o programa autonómico nos obligue a trabajar obligadamente por el aprendizaje por competencias. Aquellos que lo estén haciendo y les sirve, no tenemos nada que objetar: es parte de su libertad metodológica. Pero que respeten la nuestra: hay otras formas y estrategias más adecuadas de lograr un aprendizaje competencial.
Segundo argumento: lograr un aprendizaje competencial debe ser consecuencia del dominio de un pluralismo pedagógico. Ese pluralismo lo denominamos equilibrio metodológico en INED21: un pluralismo que debe aplicarse contextualmente en las diferentes situaciones de aula. Es el profesor el que interpreta y debe aplicar cada estrategia según su realidad de aula. Lo hemos dicho muchas veces: la complejidad educativa está más allá de cualquier reduccionismo pedagógico. Nosotros no decimos que el aprendizaje por competencias no pueda ser eficaz y relevante en ciertas situaciones de aula: lo será si hay compañeros que lo llevan a efecto. Nosotros no negamos la efectividad de un aprendizaje si se ha producido. Pero afirmamos que hay otras formas y estrategias, consecuencia de ese equilibrio pedagógico, que nos resultan más útiles y efectivas. Ese equilibrio metodológico consigue el mismo resultado, de una forma más realista y operativa: que los aprendizajes sean competenciales. Dicho de otra forma: soluciones en situaciones y contextos diferentes. Lo que nos parece un error y falta de reconocimiento hacia nuestra autonomía y liberta pedagógica, es lo siguiente: ahora debemos trabajar todos según el aprendizaje por competencias. Más aún: debemos hacerlo según los programas autonómicos que nos quieren enseñar qué es el aprendizaje por competencias. Un despropósito y una falta de realismo: siguen sin escuchar. Una mayoría se resiste con razón: su experiencia ya les avisa de las modas pedagógicas y políticas.
Hemos dicho varias veces la dificultad y los problemas del aprendizaje por competencias: nos resulta una estrategia que tiene más problemas que soluciones. Ahora bien, decir lo anterior implica que nuestro trabajo de aula, debe ser renovado y construido con una formación del s.XXI. Esta brilla por su ausencia en esos planes de formación que solo buscan acumular puntos: la formación simulacro que tanto conocemos desgraciadamente. Nuestra posición es clara y argumentada: hay que lograr aprendizajes competenciales y equilibro metodológico como solución formativa, pero que no nos obliguen a adoptar el aprendizaje por competencias como estrategia de aula. Quien le sirva, que lo aplique: no seremos nosotros quienes digamos cómo deben hacer su trabajo de aula. Pero pedimos la misma libertad metodológica. Será una cultura de la evaluación adecuada quien establezca dónde estamos y la calidad de nuestro trabajo. Los profesionales somos nosotros: no las sucesivas prescripciones legales de cómo hacer nuestro trabajo. Es hora de escuchar a los miles de maestros y profesores que cada día sacan adelante este sistema que, visto la marea legislativa, poco importa. No somos marionetas para hacer nuestro trabajo: incluido el aprendizaje por competencias.
(Fuente: http://ined21.com/)
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